Ya en fechas cercanas a la fiesta de la Diada del 11S, considero
oportuno el título de la presente columna puesto que la Diada se ha convertido
de facto en una fiesta raptada por el nacionalismo al servicio de su fin último:
la independencia, algo que como bien sabemos no tiene nada que ver con su origen
histórico.
Es innato al ser humano tratar de llenar la sed de absoluto y de
trascendencia que experimenta en la vida. Las ideologías pretenden de alguna
manera llenar ese absoluto. La historia nos muestra muchos ejemplos en que las
ideologías se caracterizan por constituir un sistema cerrado donde la
visceralidad y la irracionalidad abundan a sus anchas y donde la razón y la
inteligencia en demasiadas ocasiones brilla por su ausencia. Algo tan ordenado
como el amor a la patria, a la propia tierra, el orgullo por la historia propia
y los derechos históricos, a la lengua y a la cultura propia pueden convertirse
en un desorden cuando se elevan a la categoría de ideología.
El
nacionalismo es un ejemplo de libro de ideología post-moderna. Todo - la
cultura, la moral, el derecho, la política... - queda supeditado a un fin. Un
absoluto en toda regla. Ejemplos ilustrativos, algunos de importancia
insignificante, hemos contemplado en los últimos tiempos:
- en Sant Cugat
por ejemplo, algunos 'tics' recientes del Gobierno municipal de CiU se enmarcan
en estas coordenadas del nacionalismo: pancartas sobre la 'cadena humana'
colgadas de cables electricos en pleno centro de la ciudad en incumplimiento
flagrante de las ordenanzas municipales sin que haya sido retiradas por el
Ayuntamiento; material (teóricamente custodiado po la brigada municipal) para
carteles de partidos políticos en época electoral sorprendentemente al servicio
del simulacro de la cadena humana organizada por los independentistas que tuvo
lugar en la ciudad a principios de julio, subvenciones a entidades
independentistas...
El carácter absoluto hace que apenas sea criticado
por el establishment, al menos públicamente, so pena de quedarte sin
subvenciones o de ser 'condenado' a un tipo de 'exclusión social' muy sutil: si
lo criticas, eres acusado de 'traidor'.
Fuera de Sant Cugat también hay
ejemplos:
- la cadena humana nudista de este verano en Palamós, con el
flamante lema, 'nudismo por la independencia', es otro ejemplo patético de este
sistema absoluto. En esta ocasión tenemos el cuerpo al servicio de la
ideología.
- la pedagogía del odio, plasmada en la más que habitual quema
de banderas opuestas a la ideología, muchas veces con el silencio cómplice de
las autoridades que velan más por sus principios ideológicos que por el
cumplimiento de la ley.
- los viajes de la vicepresidenta de la
Generalitat al Vaticano para tratar de conseguir un 'determinado perfil
político' del futuro arzobispo de Barcelona (cesaropapismo versión 2.0). En este
caso, la religión al servicio de la ideología.
- el chorro de
subvenciones de carácter identitario (25 mill.€para financiar los costes de la
cadena) cuando hay graves carencias sociales.
- aunque quizás lo más grave,
es pretender aprovecharse del descontento popular y las situaciones, muchas
veces trágicas, que atraviesa la población por la crisis económica para generar
rencores y romper la cohesion social fomentando el independentismo
(CiU:'Catalunya subsidia a España')
Y siempre, todo ello, a) con unas
gotas de victimismo - que es directamente proporcional al grado de autonomía que
tenemos, superior por cierto al de muchos estados federales - y b) hablando
siempre 'en nombre de Catalunya' y desde hace poco de 'expolio fiscal' -
ignorando que el actual sistema de financiacion fue aprobado por el Parlament -.
En fin...
Como dijo Rafael de Casanova, 'Visca Catalunya, visca les
Espanyes!'
Bruno de Salvador, regidor del PP
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